El plátano y la banana se encuentran entre las frutas más producidas, comercializadas y consumidas a nivel mundial, desempeñando un papel destacado en la seguridad alimentaria y nutricional de más de 400 millones de personas en los países productores.
Más allá de su valor como alimento básico, estas frutas representan una fuente significativa de ingresos como cultivo comercial, especialmente en países de bajos ingresos y déficit alimentario.
La industria global del banano constituye un negocio de aproximadamente 22.000 millones de Euros, con proyecciones de crecimiento a una tasa anual del orden del 4,5 % entre 2022 y 2027.
Su producción se concentra principalmente en países tropicales y subtropicales, con India, China y Filipinas a la cabeza de la producción.
El gigante productor de banana latinoamericano es Ecuador que, aunque no el mayor productor en términos de volumen, sí lo es en términos de exportación. Si destacamos otros países productores, hay que mencionar a Indonesia, Brasil, Costa Rica y Tailandia. Mención especial hay que darle España, en concreto a sus Islas Canarias, en el cultivo del «Plátano de Canarias» de la especie Musa acuminata Colla.
En cuanto a la variedad más comercializada es la Cavendish, representando casi la mitad de la producción global.
Otras variedades de banana, pero a mucha distancia y distribuidas según regiones productoras, son la Gros Michel (antiguamente la variedad más exportada), la Grand Nain (conocida como la banana «Chiquita»), Lacatan (muy popular en Filipinas) la Lady Finger (también llamada «banana de azúcar» o «dedo de dama»), la Red banana (variedad con piel roja o violácea) o la Plantains (utilizado principalmente para cocinar).
La Indicación Geográfica Protegida (IGP) del Plátano de Canarias.
Pero en este extenso panorama comercial, España contribuye con unas 470.000 toneladas, lo que supone un 0,33 % de la producción mundial. Esta cifra, aunque modesta en el contexto global, acentúa que el Plátano de Canarias no compite en volumen con los gigantes productores como India o Ecuador.
Su estrategia de mercado, por lo tanto, no se basa en la escala masiva o el precio más bajo, sino en una propuesta de valor diferenciada. Y es aquí, donde la Indicación Geográfica Protegida (IGP) y las cualidades únicas del Plátano de Canarias, son los pilares que le permiten ocupar un nicho específico y mantener la preferencia del consumidor en su mercado principal.
La Indicación Geográfica Protegida (IGP) Plátano de Canarias está desde 2013, reconocimiento que también ostenta ante la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual desde 2021.
El estatus de IGP no es meramente una etiqueta, sino una barrera comercial y regulatoria estratégica que distingue al Plátano de Canarias de las bananas importadas.
El plátano en España.
Es importante destacar que no existe cultivo de plátano en la península ibérica. Esta exclusividad geográfica es un factor fundamental de su identidad y que, como hemos avanzado, está protegida con IGP «Plátano de Canarias».
En el contexto de la agricultura en Canarias, El Plátano de Canarias es el cultivo más relevante del archipiélago, representando el 60 % de la producción europea de esta fruta. En 2023, la producción alcanzó las 440.787 toneladas, lo que significó un crecimiento del 2,9 % respecto al año anterior.
Geográficamente, la provincia occidental que incluye Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera, concentró 341.402 toneladas, mientras que las islas orientales de Gran Canaria y Lanzarote, sumaron 99.384 toneladas. En cuanto a la superficie cultivada, se mantiene entre 8.600 y 9.000 hectáreas, distribuidas en seis de las islas.
La mayor parte de del volumen Plátano de Canarias, 360,3 millones de kilogramos, se destinó al mercado de la Península y Baleares, si bien 13,1 millones de kilogramos se dirigieron a mercados internacionales como Marruecos, Suiza, Bélgica, Polonia y Portugal, lo que refleja un esfuerzo por diversificar los destinos.
Variedades de plátano cultivadas en España.
Aunque tanto el plátano como la banana pertenecen a la familia de las Musáceas (Musaceae), presentan diferencias agronómicas y comerciales notables.
Desde el punto de vista botánico, las plantas de plátano de Canarias suelen ser más altas, con hojas de un verde más amarillento que tienden a crecer de forma más vertical. En contraste, las plantas de banano presentan un verde más oscuro y sus hojas crecen de manera más horizontal.
En lo que respecta al fruto, el plátano de Canarias se distingue por su sabor más dulce, una pulpa más oscura y jugosa, y la presencia característica de pequeñas motitas negras en su piel. Estas motitas son un indicador de su madurez natural y de la actividad enzimática.
En las Islas Canarias, el cultivo del plátano se centra principalmente en variedades del grupo Cavendish, que corresponden a cultivares triploides de Musa acuminata (AAA).
Entre las variedades más cultivadas se encuentran la Gran Enana, la Gruesa Palmera (una selección local de Cavendish Enano), la Zelig, la Brier y la Johnson Negra. La Pequeña Enana también es una variedad relevante, especialmente en zonas con condiciones climáticas más exigentes, debido a su resistencia a temperaturas cercanas a los 0 °C.
La predominancia de las variedades Cavendish en el cultivo canario es una consecuencia directa de la presión histórica de enfermedades. Estas variedades reemplazaron a la Gros Michel, que fue la variedad dominante en el pasado, pero resultó ser extremadamente vulnerable a la enfermedad de Panamá (marchitamiento por Fusarium oxysporum f.sp. cubense).
Requerimientos de cultivo de la platanera.
El cultivo profesional del plátano exige condiciones climáticas específicas, principalmente un ambiente cálido y una humedad constante en el aire, características típicas de las regiones tropicales y subtropicales.
La temperatura media óptima para su desarrollo se sitúa entre 25 y 27 °C. Temperaturas inferiores a 16 °C ralentizan significativamente la actividad vegetativa y prolongan el ciclo de cultivo, mientras que por debajo de 12 °C su fructificación puede detenerse por completo.
En cuanto al riego, requiere entre 15 y 20 litros de agua por planta y día, aunque las necesidades pueden variar según la época del año y el sistema de riego utilizado. En verano, las necesidades hídricas pueden alcanzar los 100 m3 por semana y hectárea, mientras que en otoño se reduce a la mitad.
El viento representa un factor limitante debido a la gran superficie de sus hojas laminares y a su sistema radicular superficial. Los vientos fuertes pueden rasgar las hojas, exponer los frutos a quemaduras solares e incluso derribar las plantas. Por ello, se recomienda establecer las plantaciones en zonas protegidas de vientos que superen los 20 km/hora, una necesidad que en Canarias se aborda mediante la instalación de cortavientos y de ahí su parcelamiento.
Respecto al suelo, el plátano se adapta a una amplia variedad, pero prospera mejor en suelos profundos (con un mínimo de un metro), ricos en materia orgánica, con más del 2,5 %, bien drenados, con buena estructura y porosidad.
El pH óptimo se encuentra entre 5.5 y 7.5, siendo 6.5 el valor ideal y en este sentido, los suelos volcánicos de Canarias son particularmente ventajosos por su elevado contenido mineral.
Es importante que estos suelos sean propensos al encharcamiento, ya que puede provocar la asfixia radicular y pudrición, así como favorecer enfermedades como el «Mal de Panamá» o «Veta Amarilla» (Fusarium oxysporum f.sp. cubense).
Cultivo del plátano en Canarias.
El cultivo del plátano en Canarias tiene su método de propagación in vitro o micropropagación como el más extendido. Esta técnica ofrece ventajas, como la producción masiva de plantas genéticamente uniformes y libres de enfermedades, especialmente virus y nematodos.
La densidad de plantación es un factor clave en el rendimiento y la calidad del fruto. Las plantaciones actuales se diseñan con pasillos amplios para facilitar la mecanización y el manejo, permitiendo densidades que oscilan entre 2.000 y 2.400 plantas por hectárea. Las distancias entre plantas varían; por ejemplo, se emplean marcos de 3 x 1,5 metros en líneas sencillas (equivalente a 4,5 m2 por planta) o sistemas de líneas pareadas en invernaderos para optimizar el uso de la estructura de atado. Las densidades óptimas generalmente se sitúan entre 5 y 6 m2 por planta, ajustándose a la altitud y orientación específicas de la explotación.
La práctica del deshijado es esencial para asegurar una producción continua de buena calidad y para mantener la densidad y alineación adecuadas de la plantación. Consiste en seleccionar el hijo más vigoroso y adecuado para el próximo ciclo de producción, eliminando los restantes.
Respecto al deshojado, consiste en la eliminación de hojas secas, dobladas o aquellas que presenten síntomas de enfermedad. Se recomienda mantener entre 8 y 9 hojas funcionales por planta y su objetivo es mejorar la ventilación dentro de la plantación.
El apuntalado es otra práctica necesaria para todas las plantas que portan un racimo. Consiste en el uso de tutores colocados en forma de tijera o en otras configuraciones, para evitar la caída de la planta debido al peso del racimo y la acción del viento.
Sobre enfundado, esta técnica implica cubrir el racimo con bolsas de polietileno perforadas una vez que ha emergido. Este tiene múltiples beneficios: incrementa el peso del racimo en aproximadamente un 10 %, promueve un llenado más uniforme de los frutos y los protege contra daños causados por insectos, el roce con las hojas o la exposición a productos químicos, consiguiendo una fruta más limpia y de mayor calidad comercial.
Respecto al riego, como hemos avanzado, la platanera es un cultivo con altas exigencias hídricas y requiere un suministro de agua constante y bien distribuido a lo largo de todo el año, especialmente durante los meses secos, pero evitando a toda costa el encharcamiento.
El riego por goteo es el método más empleado y eficiente para el cultivo de plátano en Canarias, en un contexto de fertirrigación.
Cultivo de la platanera de canarias en invernadero y al aire libre.
El cultivo del plátano en Canarias se lleva a cabo tanto al aire libre como bajo estructuras de protección, principalmente invernaderos de plástico o malla. Datos del 2018, se estimaba que unas 1.430 hectáreas estaban bajo invernadero.
La coexistencia de cultivos de plátanos al aire libre y bajo invernadero, refleja una adaptación estratégica a los diversos microclimas y desafíos ambientales presentes en las Islas Canarias. Así, mientras que el cultivo al aire libre aprovecha las condiciones subtropicales naturales, los invernaderos proporcionan una protección extra contra el viento y las fluctuaciones de temperatura. Al margen de ello, las prácticas culturales básicas no varían en exceso entre ambos sistemas.
Plan de fertilización de la platanera en Canarias.
Las plataneras son plantas con grandes requerimientos nutricionales, por lo que resulta muy importante programar una fertilización óptima, a la vez que racional que aporte los elementos esenciales en la cantidad necesaria para los objetivos de producción esperados y que permita una sostenibilidad de la propiedades físico-químicas y biológicas del suelo.
El cultivo de plátano es muy exigente en materia orgánica. Si no se están tomando las medidas oportunas, el porcentaje de materia orgánica en los suelos agrícolas está disminuyendo con el transcurso de los años. Por ello, es importante realizar un aporte de materia orgánica al principio del cultivo, de forma que facilite la disponibilidad y la eficiencia de absorción de los elementos fertilizantes que aplicaremos durante el cultivo. El equipo tecnico asesor de JISA recomienda en esta fase de cultivo. La aplicación de Humivita® evo, fertilizante orgánico a base de leonardita activada granulada.
La presencia de materia orgánica también va a permitir la variabilidad microbiana en el suelo, mejorando su fertilidad y disminuyendo el riesgo de compactación y reducción de fertilidad proliferando los agentes patógenos como Fusarium, Verticillium, bacterias y nematodos. En este contexto, la aplicación del consorcio de bacterias PGPR Vitatek®, contribuye a mejorar el nivel microbiano en el suelo.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de elaborar el programa de fertilización del plátano, es la estrategia a seguir frente al estrés hídrico que afecta a la productividad del cultivo. En este caso, durante todo el cultivo y en combinación con los abonos minerales, es conveniente hacer aportes de materia orgánica líquida por fertirrigación como Molex®, formulado a base de materia orgánica ecológica de origen vegetal.
El plan de fertilización establece un programa de aporte de unidades fertilizantes con diferentes equilibrios entre los elementos minerales en función de la fase del cultivo en el que nos encontremos, ya que la importancia de los elementos y su equilibrio cambia a lo largo del ciclo productivo si queremos realizar la fertilización de una forma racional.
Abonado en la fase post-trasplante.
En la fase post-trasplante, el fósforo es el elemento más importante de los tres macroelementos (N,P,K). Es por esto que se utiliza el fertilizante 13-40-13 en combinación con los aportes de estiércol y si fuera necesario, con el aporte de enmiendas cálcicas.
Está el producto bioestimulante enraizante de alta eficacia Raici®, que es promotor del enraizamiento, por lo que ayuda a desarrollar un sistema radicular más fuerte.
Abonado en la fase de crecimiento del pseudotallo.
Durante la etapa de crecimiento del pseudotallo y de las diferentes hojas de la planta, sigue siendo importante asegurar el aporte de todos los macroelementos NPK en la cantidad necesaria.
En esta fase, no existe una clara jerarquía de importancia entre ellos, por lo que se recomienda un equilibrio en las unidades fertilizantes aportadas, una fórmula NPK tipo 18-18-18, es ideal para esta fase del cultivo del plátano, así como tener cubierto el aporte de zinc (Zn) para prevenir posibles carencias.
Abonado en la fase de formación del racimo.
Una siguiente fase es la de formación del racimo, que acaba con la floración y posterior cuajado de frutos, en la que para la platanera vuelve a tener importancia el aporte de fósforo, y que no tenga, sobre todo, un desequilibrio causado por un aporte nitrogenado excesivo.
También es relevante el aporte de macroelementos y microelementos esenciales, con especial atención al boro (B) y el molibdeno (Mo). Por todo ello, es importante volver a un equilibrio rico en fósforo como el de la fórmula 13-40-13.
Para esta fase de formación del racimo, hay productos estratégicos para mejorar notablemente el rendimiento del cultivo. Son los considerados inductores fisiológicos que mejoran la floración y el cuajado de frutos, como, por ejemplo, el Cuajemax®.
Abonado en la fase de formación del fruto después del cuajado.
La fase de división o multiplicación celular que se produce en el fruto, justo después del cuajado, es otra fase crítica que marcará la calidad del racimo. Garantizar los nutrientes esenciales en esa fase y prevenir los efectos del estrés hídricos, deben ser los objetivos del plan de abonado.
Es una fase de altos requerimientos nutritivos en nitrógeno y potasio. Es por esto que, a partir de este momento, utilizar un equilibrio NPK como 15-5-30 es ideal para conseguir el calibre y la calidad deseados.
Abonado en la fase de engorde y maduración.
Dentro del plan estratégico del abonado del plátano, en las fases de cultivo de engorde y maduración, las aplicaciones de inductores fisiológicos marcan la diferencia.
En esta línea, con aplicaciones después de la caída de pétalos con Ascofillum® (extracto de algas puro con alta concentración de biomoléculas), y durante el desarrollo de frutos y prevención del arrepollamiento, con el activador metabólico para control del estrés abiótico GlyBet®, dan al cultivo un extra que se traduce en un aumento de su rentabilidad.
Y ya, en la fase de maduración, es el potasio el que toma el protagonismo absoluto para alcanzar la calidad deseada y una uniformidad en la cosecha. Para mejorar las prestaciones del cultivo utilizaremos el formulado para la bioestimulación y nutrición potásica Top-K®.
Plagas y Enfermedades del plátano en Canarias.
Añadir que el cultivo de la platanera en Canarias se enfrenta constantemente a diversas plagas y enfermedades que exigen un manejo integrado y una vigilancia continua para proteger la producción.
En enfermedades, las más relevantes son el Mal de Panamá o Veta amarilla (Fusarium oxysporum f.sp. cubense), sin duda, la enfermedad más grave que afecta al cultivo, especialmente la Raza Tropical 4 (TR4), clasificada como plaga cuarentenaria en las Islas Canarias.
La pudrición de corona o Crown rot, es la enfermedad de mayor incidencia y gravedad en la postcosecha del plátano de Canarias y es causada por un complejo de especies fúngicas. La podredumbre de la punta del cigarro (Verticillium o Stachyllidium theobromae) provoca una necrosis en la punta de los plátanos que se asemeja a la ceniza de un puro. La Deightoniella torulosa causa manchas de color verde oscuro y aspecto aceitoso en los frutos. Y la enfermedad de moko (Pseudomonas solanacearum), que realmente se trata de una marchitez bacteriana que provoca la pudrición de la pulpa y la decoloración de los tejidos vasculares en los frutos infectados.
Respectos a sus plagas, el picudo de la platanera (Cosmopolites sordidus) es considerada una de las plagas más importantes y que afecta el rendimiento del cultivo al causar la elongación de las hojas, la reducción del tamaño del fruto y, en casos severos, la caída de la planta. Los nematodos (Pratylenchus, Helicotylenchus, Meloidogyne) dañan las raíces de la platanera y los trips (Hercinothrips femoralis) atacan el fruto, causando decoloración y la aparición de manchas que afectan su calidad comercial.
Otras plagas son la cochinilla algodonosa (Dysmicoccus alazon) que segrega melaza sobre la cual se desarrolla la fumagina o negrilla; la mosca Blanca (Lecanoideus floccissimus) que se ven favorecidas por altas temperaturas y niveles de humedad; Y las lagartas (Spodoptera litoralis y Chrysodeixis chalcites), cuyas larvas se alimentan de las hojas de la platanera, pudiendo causar defoliaciones significativas.
Como hemos avanzado, son muchos los factores que determinan el buen cultivo de la platanera. Para ello, el equipo tecnico comercial de JISA ofrece a los agricultores, su conocimiento en esta especialidad agronómica para, juntos, mejorar los rendimientos de la explotación.