Son diversas las fisiopatías que se pueden dar en las plantas durante su cultivo. Estas son de origen abiótico, por lo tanto, alteraciones en la planta que no están causadas por organismos vivos. Las hay que tienen su origen en la falta o exceso de agua, en el estrés térmico, etc. siendo la salinidad también uno de ellos.
En este artículo nos centramos en el problema de la salinización que afecta a los cultivos, ya sea tanto por una salinidad existente en el suelo, como por la aportada mediante el agua de riego.
Las sales en el suelo
Hay que partir de que las sales en sí son necesarias y beneficiosas para el correcto desarrollo de las plantas, dado que en ellas está la base de su fertilización. El problema aparece cuando algunas de estas sales se encuentran en exceso que, o bien, provocan bloqueo a otras sales nutritivas o unas fitotoxicidades por sí mismas.
Así, se parte de que los suelos contienen una importante diversidad de sales y estas provienen de diferentes fuentes. Entre ellas:
- De la descomposición de la roca madre que constituye el propio suelo.
- Las aportadas mediante el agua de riego.
- Las aportadas mediante la fertilización.
Salinización por cloruro sódico
Una de las sales que en concentración elevada produce importantes daños por toxicidad en la planta, es el cloruro sódico (NaCl). Esta es muy soluble, por lo que pasa con facilidad a la solución del suelo.
Esta sal puede ir aportándose al terreno mediante el agua de riego rica en cloruro sódico, por la descomposición de determinados minerales presentes en los estratos del terreno de cultivo y como aporte derivado de los vientos salinos predominantes en zonas que se encuentran cerca del litoral marítimo. En este último caso, puede suponer una fuente destacable.
La salinidad del agua
Partimos de que la salinidad constituye uno de los principales factores limitante en cuanto a la fertilidad de los suelos. Y este factor se agudiza en zonas de cultivo áridas y semiáridas.
Precisamente es en estas zonas, donde el riego es imprescindible, ya que las lluvias suelen ser escasas. Estas áreas se complican o porque el suelo está salinizado y la cantidad de agua aportada no es capaz de arrastrar las sales lejos del alcance de las raíces, o porque la calidad del agua de riego está excesivamente salinizada.
En todos los casos, la salinización de los suelos agrícolas derivada del riego, es uno de los ejemplos más antiguos de la contaminación de los terrenos.
Más causas de salinización de un terreno
A las ya mencionadas, también se puede añadir la salinización del suelo derivada de la presencia de aguas freáticas ricas, sobre todo, en cloruro sódico.
Este hecho se agudiza cuando esta capa se encuentra a escasa profundidad de la superficie y afecta a la zona de desarrollo radicular. Capas menores a un metro y medio de profundidad ya pueden afectar a los cultivos, especialmente si son frutales o especies hortícolas con un desarrollo de su sistema radicular profundo.
Y también se encuentra las aportadas por aguas de riego extraídas de pozos salinizados. Si se da esta circunstancia, esta agua puede ser la principal fuente de salinización del suelo.
Las aguas salinizadas de este tipo de pozos, suelen encontrarse en zonas costeras o en terrenos que en su origen se encontraban inundados por el mar. Y se agravan con la sobre explotación y el déficit de lluvia, especialmente en periodos veraniegos.
La continua frecuencia de riegos, en estos casos, conlleva la salinización del terreno en el tiempo, hasta poder llegar hacerlos incultivables de forma rentable.
¿Cómo reducir la salinidad del suelo agrícola?
Cuando nos encontramos con suelos con altos contenidos en sales sódicas o las aguas de riego son salinas, se pueden emplear una serie de técnicas orientadas a reducir la salinidad del suelo agrícola.
Una de ellas es aportar materia orgánica (MO) antes de las plantaciones. Esta MO actúa de diferentes maneras: ayuda a retener durante más tiempo el agua, contribuye a reducir su evaporación e incrementa la permeabilidad del suelo.
Aportar ácidos húmicos y fúlvicos mediante el agua de riego, ya que estos participan de manera efectiva en el incremento de la capacidad de intercambio catiónico de un suelo.
Y una de las técnicas más efectivas, la aportación del corrector de salinidad KITASAL® mediante el agua de riego. Es un producto especialmente formulado para combatir principalmente los problemas producidos por aguas salinas o suelos con altos contenidos en sales sódicas.
Con su aplicación se consigue eliminar la salinización progresiva de los suelos y además, contribuye como corrector de deficiencias o desequilibrios de calcio en la planta.
Está demostrado que bajo las indicaciones de técnicos, con KITASAL® se pueden realizar cultivos sobre suelos salinos o aguas con exceso de sales.