La profesionalización del sector agroalimentario no solo se mide por la capacidad de producción o la innovación en fitotecnia, sino también por el compromiso con la sostenibilidad y la gestión integral de los recursos. En este contexto, el destino de los envases agrarios una vez finalizada su vida útil constituye un eslabón crítico en la cadena de valor agrícola.

Para las explotaciones agrícolas, ya sean de cultivos hortícolas intensivos, frutales o viveros de plantas ornamentales, la gestión de residuos no es una opción, sino una responsabilidad legislativa y medioambiental. Aquí es donde el papel de los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) cobra su importancia.

JISA y la responsabilidad extendida del fabricante.

Como empresa fabricante de agronutrientes, bioestimulantes agrícolas y microorganismos beneficiosos para el suelo, JISA entiende que su responsabilidad no termina con la venta del producto. El compromiso con la calidad y el entorno llevó a la compañía a convertirse en socio fundador del SCRAP agrícola AEVAE (Asociación Española para la Valorización de Envases).

Esta entidad sin ánimo de lucro gestiona un sistema eficaz para la recogida y tratamiento de envases agrarios, permitiendo a los fabricantes garantizar el correcto destino medioambiental de sus productos y facilitar el cumplimiento de la normativa nacional y europea sobre residuos.

La Economía circular: del residuo al recurso.

El servicio de recogida no es un mero trámite logístico; es una herramienta de economía circular. A través de la red de puntos de recogida por AEVAE, los envases de plástico rígido, garrafas y bidones recuperados se someten a procesos de clasificación y tratamiento. El objetivo es reintroducir estos materiales en la cadena productiva, transformando lo que antes era un desecho en nueva materia prima para la fabricación de tuberías de riego, mobiliario urbano o nuevos envases industriales.

Este proceso permite a las empresas agrícolas alinearse con las estrategias europeas de «Residuo Cero» y reducción de la huella de carbono, un valor añadido cada vez más exigido por los mercados internacionales donde se exportan nuestras frutas y hortalizas.

La solución itinerante: el caso práctico de La Rioja.

La red de puntos de recogida de envases es uno de los mayores retos en la gestión de residuos rurales. No todas las zonas productoras cuentan con la densidad de infraestructuras necesaria para establecer puntos de recogida fijos permanentes. Para solventar esta barrera logística y acercar el servicio al productor, se han desarrollado modelos de recogida itinerante.

Un ejemplo práctico de este modelo se encuentra en la Comunidad Autónoma de La Rioja. En esta región, AEVAE despliega campañas periódicas mediante unidades móviles que recorren el territorio, estableciendo puntos de entrega temporal en enclaves estratégicos consensuados con ayuntamientos y cooperativas.

Esta recogida itinerante de envases agrícolas en La Rioja permite dar cobertura a una amplia zona geográfica, facilitando la entrega de envases en localidades clave como Haro, Santo Domingo de la Calzada, Baños de Rioja o Leiva en la zona de la Rioja Alta, descendiendo hacia núcleos como Nájera, Cenicero, Fuenmayor o Logroño, y conectando con áreas productoras como Albelda, Entrena, Navarrete o Uruñuela.

Gracias a este sistema dinámico, los profesionales de la vid, la huerta y el frutal de la región disponen de una solución flexible que se adapta a los tiempos de campaña, evitando el almacenamiento prolongado de envases vacíos en las explotaciones.

El perfil productivo de La Rioja.

La implementación de estas campañas de recogida itinerante responde a la intensa actividad agronómica de la región. Aunque popularmente conocida por su viticultura, La Rioja presenta una diversidad de cultivos que exigen un alto nivel de tecnificación y, por ende, un uso constante de insumos nutricionales y fitosanitarios que generan envases para gestionar.

El viñedo es, indudablemente, el motor socioeconómico principal. La gestión de la vid en esta zona ha evolucionado hacia una viticultura de precisión, donde el objetivo ya no es solo la producción, sino la búsqueda de parámetros cualitativos específicos en la uva, como la concentración de polifenoles o el equilibrio acidez-grado, para cumplir con los estándares de la D.O.Ca. Rioja. Esto implica programas de fertilización muy ajustados y el uso de bioestimulantes específicos para momentos de estrés hídrico o maduración.

Paralelamente, el Valle del Ebro alberga una potente huerta intensiva. Cultivos hortícolas como la coliflor, el brócoli, la alcachofa, el espárrago o el pimiento (con su propia IGP) nutren tanto al mercado de fresco como a una histórica y exigente industria conservera. Estas explotaciones requieren ciclos rápidos y eficientes, demandando soluciones de fertirrigación avanzadas.

Mención especial merece el sector de los frutales, destacando la producción de pera, amparada bajo la DOP Peras de Rincón de Soto, así como la manzana y el cultivo del almendro y nogal, que han ganado hectáreas en los últimos años como alternativa de diversificación.

Finalmente, no podemos obviar el liderazgo de La Rioja en la fungicultura. La producción de champiñón y setas (en localidades como Autol, Pradejón o Ausejo) representa un porcentaje muy elevado de la producción nacional. Se trata de un cultivo altamente tecnificado, realizado en ambientes controlados, donde la gestión de sustratos y la sanidad vegetal son estratégicas.

Esta variedad de escenarios productivos confirma que la agricultura riojana es un sector que precisa de servicios de apoyo, como los ofrecidos por AEVAE, a la altura de sus necesidades técnicas y medioambientales.

Un compromiso con la salud del medioambiente.

Para JISA, participar activamente en el SCRAP AEVAE es una extensión natural de su filosofía corporativa. La innovación en el laboratorio, ubicada en nuestras instalaciones de Teruel, busca maximizar el rendimiento de los cultivos; la gestión de envases busca preservar el suelo sobre el que esos cultivos crecen.

La colaboración entre fabricantes, distribuidores y agricultores es la única vía para garantizar una agricultura técnicamente avanzada y respetuosa. Al utilizar los puntos de recogida, el sector no solo cumple con la ley, sino que envía un mensaje claro a la sociedad: la agricultura profesional es el primer interesado en la salud del medioambiente.

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